martes, 27 de septiembre de 2016

Carta a mis amigos que votarán #NO

El jardín de la casa era el cementerio del pueblo. De noche las ráfagas de fusil, parecían advertencias, un toque de queda obligatorio. Sonidos fantasmas que se escondían en la oscuridad. Por fortuna nunca vi sus candelillas de frente. Quiero, nunca más encontrar los pies morados de los vecinos de mi pueblo en el cuartito blanco a manera de morgue en medio del jardín, apiñados, como árboles recién arrancados de sus raíces. Ahora lo puedo contar con menos miedo. Viví entre la costa nariñense y Cali, navegábamos, siempre pensando que en algún momento el barco iba a ser abordado y todos resultaríamos muertos. El olor del río Patía mezclado con gasolina, emanaba aroma a presagio. Nunca pasó; pero llegar al pueblo siempre era ambiguo, trauma y placer. Ahora entiendo que el inconsciente colectivo de mi país (sin nacionalismos) estuvo cubierto sin darnos cuenta, por la costumbre de pensar que la única manera de morir aquí era con un fusil en la sien. Ahora sé que quizá se pueda hacer algo para cambiarlo. A mis amigos quienes votarán por el #NO, quiero compartirles un poco de la sensación vomitiva que experimentamos quienes vimos y vivimos algo de la guerra de frente y con la carne puesta sobre los huesos. El calambre que corre pierna arriba y que entume el cuerpo, cuando te apuntan con el fusil y te dicen que la próxima parada, está en una alfombra de mangle flotando sobre el río o quizá haciendo ejercicios de brazos, cavando el hueco, para que orinen sobre ti. Esta carta no es larga, no tengo para tanto. Pero si quiero que sepan, que quienes vamos a votar #Sí, lo hacemos precisamente porque no deseamos seguir poniendo dianas al cañón, quizá tu también has sentido o vivido la violencia y eso lo respeto, pero nosotros queremos tener una oportunidad. Yo quiero morir de risa, por ejemplo; y reírme de la muerte a la que el odio ha engordado, con los cuerpos de mis paisanos. Quiero que hagan parte de esto, de algo nuevo, una opción, no es perfecta, pero es la única por ahora, posponerla significa seguir desangrados todos. Ahora si no han puesto un muerto y que espero que siga siendo así, no decidan en la comodidad. Decidan sobre el recuerdo de todos los muertos. Decidan por los que vendrán y decidan por los que no nacerán.
Muchas gracias por leerme.

Con cariño,

Andrés.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Eres tan desechable que me encantas

"La toqué pero era de cartón. Las hormigas se le escaparon por los ojos. Una torta insípida. Una flor de plástico asoleada. Una cordillera sin nubes. La caída libre de la catarata eterna. Parada sin bus. Pueblo fantasma. Hueso sin carne."

Fue el escrito que encontré en el puesto de al lado. Lo único que valió la pena de subirme a ese bus. De resto la ciudad marchita por la ventana, cae gris ante los brazos fríos del dios del sincolor. Ese que posee a sus hijos, que les obliga y los conecta a máquinas

martes, 6 de septiembre de 2016

Hablo con todo el conocimiento. Fui cristiano de iglesia durante casi 7 años de mi vida. Lo que pocos conocen en "el mundo", como lo llaman los pertenecientes a las iglesias, es que fui un acérrimo defensor y "guerrerista de Dios". Empalé evangelísticamente a muchos contendores en  Cali, mi ciudad. Y me refiero en estos términos porque el ambiente se caldeaba entre los títulos de Dios, como el famoso Jehová Dios de los ejércitos. O el mayestático Dios de dioses Elohim, como el único y verdadero Dios.

Me enfrenté a pastores de otras denominaciones , brujas, poseídos por demonios, delincuentes armados, en los barrios del Vallado, el Valladito, El Retiro, Ciudad Córdoba, en muchas partes del distrito de Aguablanca, Prediqué en la colonia nariñense. Con la única arma que tenía, mi fe. Claro está que llevaba en la mano, una gran Biblia de Estudio, llena de citas apuntes. Tenía un famoso (entre nosotros) com