Respire hondo, lleve el aire abajo, respiración diafragmática. Ahora tómese un tiempo para leer esto y de manera tranquila, sin pensar en las otras ventanas que tiene abiertas en el computador, simplemente escuche una canción que le gusta, las que vienen en videos de cualquier plataforma. O si lo prefiere ponga un cd completo, sin saltarse una canción, de su banda o artista preferido. Puede ser en streaming de alguna plataforma. Haga solo una cosa a la vez; concéntrese, no se distraiga. Deje de sentirse multifuncional por un momento y dese cuenta de lo que hace, sólo y en ese instante, sin tareas alternas. Saboree lo que come, disfrute lo que hace. "Carpe diem". Llame a alguien de verdad, sin estar chateando al tiempo. Dele tiempo a su tiempo. Regale miradas sinceras. Camine de verdad. Duerma plácidamente. A veces y sin desconsiderar las situaciones de muchos seres humanos hermanos, duermen mejor quienes viven en la calle. Los he visto roncar y dormir tranquilos. En un sueño tan profundo y necesario, que se desconectan por completo con su vida "real".
Así que por favor cuando lea esto, practique. Hágalo por lo menos durante un momento al día. La memoria de su cuerpo, le irá enseñando a qué hacerse adicto finalmente.
Un saludo,
Con cariño:
Andrés Franco.
jueves, 22 de octubre de 2015
viernes, 2 de octubre de 2015
Un paraleloso puente: Juan Piña--- Pink Floyd---Querubín rebelde
Todo mundo comía y nadie decía nada. Había cama pa´ tanta gente que en las calles de mi barrio en Cali, todos los vecinos estábamos de acuerdo en realizar los agüa 'e lulos hasta la madrugrada. Con el guacal de cerveza, en el medio de la pista-calle de baile. Eran tiempos bacanos y todo eso. Era muy bonito ser niño, porque podías ver desde abajo. Los vestidos de colorinches de las señoras vecinas y también entre ellos. Las había piernonas y caderonas. Velludas y con medias disimulantes; pero también las de sólo jeans y camisas, que para mi gusto de la época no eran tan atractivas. Otra cosa que hacía muy bonito ser chico era que desde abajo sentado en una silla o en el piso (recién entregado por la constructora) veías los pies moviéndose y aprendías a bailar salsa, casi que sólo viendo. los pies de todos. La coreografía se te quedaba grabada por varios días en la cabeza y luego nunca ensayabas, te salía, porque en Cali, así era la movida.
La cosa era que ningún chico, siendo niño se preguntaba el porqué de las letras de las canciones. que se cantaban a pulmón herido. Era tan normal, escuchar a Vicente decir que las mujeres son objetos -palabras más, palabras menos- de propiedad masculina. Y mucho menos cuando a altas horas de la noche, todas las vecinas trnasformadas, las cantaban cómo si fueran suyas las canciones
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